LA UNIVERSIDAD DE SANTA FE – 1890

1901 – 1998

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1901 – Edificio de la Universidad de Santa Fe, en San Gerónimo y General López. Antiguamente, desde 1888, fue el edificio de las Hermanas Adoratrices, hoy Tribunales.
 
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1998 – Esta toma reproduce el actual edificio de Tribunales, que reemplazó al que la Universidad de Santa Fe poseía a principios de siglo. Foto Rodolfo Di Terlizzi. 
 
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1889 – Dr. José Gálvez, creador  y 1º Rector de la Universidad de Santa Fe. 

A UNIVERSIDAD NACIONAL DEL LITORAL – 1919

Durante los primeros 10 años la Universidad de Santa Fe, a través de su única disciplina, la carrera jurídica se desenvolvió en un ambiente harto precario, donde una vieja casona con un par de aulas servían para el rector, la administración y alumnos. A partir del 1901 pasó a ocupar una confortable casa construida en 1888 por las Hermanas Adoratrices, en la esquina de San Gerónimo y Gral. López, actuales Tribunales, como lo muestra esta foto.
La casa ocupaba solo poco más de la esquina, y fue arrendada para el funcionamiento de la Facultad de Derecho desde 1901 a 1914, año en que se traslada a la mansión del Dr. José Gálvez en calle San Martín entre Moreno y Corrientes. Como dato anexo, marcamos que el edificio de San Jerónimo y Gral. López sirvió de sede para la Jefatura de Policía hasta que fue demolida en 1927/28 para iniciarse las obras del actual Palacio de Tribunales, las cuales se completaron en 1933.
La creación de la Universidad de Santa Fe significó en su hora, la contribución más importante al progreso cultural de la provincia. Se inició con ella la formación de un ambiente universitario que habría de dar luego origen y base a la Universidad Nacional del Litoral.
Fundada en 1889 durante el gobierno del Dr. José Gálvez, que fue su rector, tuvo también su antecedente: las Aulas de enseñanza para facultades mayores, anexas al Colegio de la Inmaculada Concepción, establecidas por ley de la provincia en 1868.
La Universidad Nacional del Litoral nació como resultado de un movimiento de opinión firmemente sostenido durante años, tendiente a ampliar la obra que realizaba la Universidad de Santa Fe y a mejorarla.
La idea de crear una universidad nacional en el litoral, contó con el apoyo de muchos de los intelectuales más representativos de esa época, con la adhesión de gobiernos e instituciones y con decidida y entusiasta participación de la juventud santafesina.
Los esfuerzos realizados en un principio, con el fin de obtener el reconocimiento legal de la validez en toda la República, de los títulos que expedía la Universidad de Santa Fe, se tradujeron posteriormente en el anhelo por conseguir la nacionalización de esta última. Numerosas iniciativas reflejaron esa aspiración, algunas de las cuales se concretaron en proyectos de ley presentados al Congreso.
Por la ley N° 10.861, de 17 de octubre de 1919 se creó la Universidad Nacional del Litoral.

RECTORES DE LA UNIVERSIDAD DE SANTA FE 

José Gálvez 30/04/1890-30/04/1893
Zenón Martínez 31/07/1894-31/07/1897
Zenón Martínez 25/08/1897-25/08/1900
Zenón Martínez 19/10/1900-19/10/1903
Santiago Irigoyen 02/12/1905-01/12/1908
Santiago Irigoyen 01/12/1908-30/12/1911
Julio Busaniche 01/08/1914-20/07/1918
Julio Busaniche 20/07/1918-06/09/1918
Zenón Martínez 14/09/1918-08/05/1919

UNIVERSIDAD NACIONAL DEL LITORAL

La Universidad Nacional del Litoral tiene como asiento el edificio ubicado en Bv. Pellegrini, entre las calles 9 de Julio y San Gerónimo. Dentro del predio funciona la sede de las autoridades universitarias, la Facultad de Ciencias Jurídicas y Sociales y la emisora L.T.10 Radio Universidad. A pocas cuadras, en calle Santiago del Estero, se levanta el edificio de la Facultad de Ingeniería Química.
La influencia de la Universidad en la cultura santafesina y regional es, sin duda, importantísima, ya que no sólo cumple una acción docente a través de sus distintas escuelas y seminarios, sino que por intermedio del Instituto Social realiza una constante labor de extensión cultural y artística de intensa penetración popular.

Las siguientes fotos muestran los trabajos iniciados en Bv. Pellegrini entre 9 de Julio y San Gerónimo, tanto del rectorado como de la Facultad de Ciencias Jurídicas, como se observa, se destaca sobre Bv. el portón de ingreso a lo que fue durante años, y hasta ese momento la cancha del Club Unión.
Gentileza Arq. de la Nación Sr. Rosendo Sokolovsky

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Diputados y senadores que presentaron proyectos para la creación de la Universidad Nacional del Litoral: Jorge Raúl Rodríguez, Rafael Castillo, Lisandro de la Torre, Estanislao Zeballos y Joaquín V. González.
Grupo de santafesinos que se reunieron en la Biblioteca Cosmopolita de Santa Fe, a comienzos de 1916, para elevar al presidente de la Nación, Dr. Victorino de la Plaza, la idea de creación de la Universidad Nacional del Litoral: Dr. Manuel J. Menchaca, Dr. Luis Reggiardo, Isaac Francioni, Dr. Eduardo Gschwind, Dr. Raúl Villarroel, Dr. Armando G. Antille, Sr. Zenón Ramírez, Sr. Eliseo Leguizamón, Sr. Luis Borruat, Dr. Pedro Gómez Cello, Sr. Alejandro Grüning Rosas, Sr. José Amavet, Sr. Salvador Vigo, Sr. Guillermo Bonaparte, Sr. Luis Bonaparte (h), Sr. Isaac Bustos, Sr. Salvador Caputto, Sr. Augusto Donno, Sr. Benjamín Recamán, Sr. Luis Rueda, Sr. Raúl Ruiz, Sr. Julio Kranner, Sr. Natalio Cerrutti, Sr. Alberto Cerricchio y Sr. Cándido Guisasola, entre otros.

 

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 1945 – Edificio de la Universidad Nacional del Litoral.

RECTORES DE LA UNIVERSIDAD NACIONAL DEL LITORAL

ELEGIDOS POR LOS CLAUSTROS

Pedro Ernesto Martínez 22/05/1923-16/05/1927
Rafael Araya 17/05/1927-29/11/1928
Pedro Ernesto Martínez 21/09/1930-10/02/1931
Horacio J. Damianovich 17/01/1932-17/03/1932
Augusto Miguel Morisot 17/07/1932-31/01/1934
Josué Gollán 17/11/1934-31/03/1937
Josué Gollán 01/04/1937-31/07/1943
Josué Gollán 08/04/1945-03/05/1946
Josué Gollán 03/10/1957-02/10/1958
Josué Gollán 03/10/1958-02/10/1962
Cortés Colón Solís Pla 03/10-1962-31/07/1966
Juan Carlos Hidalgo 13/03/1986-12/03/1990
Juan Carlos Hidalgo 13/03/1990-10/03/1994
Hugo Guillermo Storero 11/03/1994-10/03/1998
Hugo Guillermo Storero 11/03/1998reelegido por 4 años más.

FACULTAD DE CIENCIAS JURIDICAS Y SOCIALES

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1929 – Edificio de calle San Martín entre Corrientes y Moreno. 

Con la iniciativa las Facultades Mayores de los Jesuitas en 1868 y clausurada en 1875, se toma conciencia de la importacia de dotar a la ciudad de casas de altos estudios. Es así que el gobernador Dr. José Gálvez (1886-1890) da forma a la Universidad de Santa Fe, donde se dictan clases de Ciencias Jurídicas y Sociales.
En un primer momento estuvo ubicada donde hoy se encuentran los actuales tribunales santafesinos. El edificio pertenecía por aquellos tiempos a las Hermanas Adoratrices. Más tarde, en 1914, el propio Dr. Gálvez cede su casa en calle San Martín entre Corrientes y Moreno (fue demolida) para la instalación de la Universidad.
Luego de algunas nuevas mudanzas se decidió la construcción del edificio propio que se encuentra en Cándido Pujato entre 9 de Julio y San Gerónimo, esta obra se concluyó en el año 1942.

FACULTAD DE FARMACIA Y OBSTETRICIA

El 13 de junio de 1889, el gobernador Dr. José Gálvez (1886-1890), presenta un proyecto para la formación de la Universidad de Santa Fe; y el 16 de Octubre de ese mismo año se promulga la ley correspondiente.

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1915 – Edificio de San Martín y 3 de Febrero.

En 1890 el Dr. Juan Cafferata ocupa el cargo de gobernador provincial y nombra, el 30 de abril, a su antecesor, el Dr. Gálvez, rector de la nueva Universidad, y ese fecha queda inaugurada con una acto realizado en la sala mayor del Cabildo.
Las primeras clases que se dictaron fueron en la Facultad de Derecho y Ciencias Sociales, que funcionaría en principio en dependencias del Colegio de los Jesuitas.
En 1910 y 1911 se crean la Escuela de Parteras y la Escuela de Farmacia, respectivamente. Más tarde su fusionarían para dar forma  a la Facultad de Farmacia y Obstetricia, dependiente de la Universidad de Santa Fe.
En un primer momento las clases de dictaban en una casa edificada en la esquina sureste de San Martín y 3 de Febrero, en una casa edificada delante de la antigua casa de los Diez de Andino, y posteriormente fue demolida. Luego se trasladó a una casa muy amplia en 9 de Julio entre  Buenos Aires y Moreno.
En 1918 comenzaría la Reforma Universitaria y las tratativas para crear la Universidad Nacional del Litoral, hecho que ocurrió en 1919, y la Universidad de Santa Fe sería absorbida por esta nueva casa de estudios. Al mismo tiempo, la Facultad de Farmacia y Obstetricia pasaría a depender, al año siguiente, por la Facultad de Ciencias Médicas de Rosario.

UNIVERSIDAD TECNOLOGICA NACIONAL

La Universidad Tecnológica Nacional comenzó a funcionar en Santa Fe en 1953 en el edificio de la facultad de Ingeniería Química de la Universidad Nacional del Litoral, en calle Santiago del Estero entre 9 de Julio y 1° de Mayo.

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1998 – Sector de ingreso a la Universidad Tecnológica Nacional, Facultad Regional Santa Fe. Foto Rodolfo Di Terlizzi.

Su primer local propio estuvo situado en San Jerónimo 1922 y en 1978 se trasladó a su actual emplazamiento frente a la Laguna Setúbal, en la Costanera santafesina. Cuenta con una moderna construcción y su estadio anexo, con un total de 17.500 m2 cubiertos.
Dicho estadio fue inaugurado el 10 de noviembre de 1982, con una capacidad para 4.150 personas. Sus instalaciones sirvieron como sede del Campeonato Mundial de Básquet y los Juegos Cruz del Sur, además de realizaciones artísticas, culturales y sociales de jerarquía nacional e internacional.
En esta casa de altos estudios se dictan las carreras de grado de Ingeniería Mecánica, Ingeniería Eléctrica, Ingeniería en Construcciones, Ingeniería Civil e Ingeniería en Sistemas de Información con el título intermedio de Analista Universitario de Sistemas. Cuenta además con la carrera de post-grado de Ingeniería Laboral.
Tiene biblioteca, laboratorios, centro de cómputos, coro, taller de teatro y consultorio médico además de brindar servicios a terceros.

UNIVERSIDAD CATOLICA DE SANTA FE

Fue fundada en 1957 por el entonces Arzobispo de Santa Fe, Monseñor Dr. Nicolás Fasolino, nació como Instituto Libre Pro-Universidad Católica y el 29 de junio de ese año se llevó a cabo el acto oficial de iniciación del primer curso lectivo.

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1998 – Sector de ingreso y jardines del edificio de la Universidad Católica de Santa Fe, ubicado en calle Echagüe 7151, del barrio de Guadalupe. Foto Rodolfo Di Terlizzi.

Las clases se iniciaron en la Asociación Femenina de Profesionales que gentilmente cedió sus instalaciones y fue su primer rector el Cngo. Jorge Funoll.El 15 de abril de 1959 se inaugura como nueva sede la casa ubicada en calle San Martín al 1900, obteniendo el 28 de julio de 1960 el último trámite para reconocimiento académico por parte del Poder Ejecutivo.
Desde 1970 la Universidad funciona en su sede de calle Echagüe 7151 y allí se cursan las carreras de: Abogacía, Procuración, Contador Público, Profesorados en Ciencias de la Educación, Psicopedagogía y Filosofía, Arquitectura y Licenciaturas en Filosofía, Edafología, Comunicación Social, Letras, Historia y Cooperativas.
También se llevan a cabo investigaciones, carreras de post-grado, y cursos de capacitación y actualización, sosteniéndose económicamente con sus propios recursos, ya que los alumnos deben abonar aranceles, por tratarse de una institución privada.

CONOCER PARA AMAR

Muchas veces ocultos por las sucesivas capas históricas, se encuentran los hechos, momentos o símbolos que son las «claves» que utilizamos para desentrañar nuestra génesis, los orígenes. Son imprescindibles para que una sociedad interprete – conozca – las maneras que adoptaron las generaciones anteriores en su convivencia social.
Por la acumulación histórica y material de hechos físicos (monumentos, tejido urbano, calles, parques y edificios de equipamiento) son las ciudades explícito testimonio del paso del hombre en un determinado territorio. (La ciudad, ese libro de piedra, anunciaba Víctor Hugo). Este carácter permite interpretar – conocer – los diferentes modelos sociales – políticos – culturales adoptados por cada período histórico y la preservación de este patrimonio es un compromiso que cada generación adquiere con la próxima.
Sin la materialidad de edificios o monumentos, pero con idéntico valor testimonial, otros registros históricos (archivos, documentos, bibliotecas), representan la memoria viva de una cultura, la presencia de instituciones y acontecimientos que decidieron los rumbos de civilizaciones.
Otra «memoria», la popular, es la que enhebra las costumbres, las cuestiones cotidianas, la vida de interiores, las relaciones ínfimas…. Se transmite entre generaciones y construye un gran tratado de cosas pequeñas: aromas de hornos y malvones, infalibles antídotos contra diversos acosos, puntillas y encajes «ad – hoc» para ocasiones, pegadizas melodías superpuestas a los goles domingueros. El barrio como escena y la vereda compartida en el verano, completa el doméstico repertorio, donde la fugacidad del tiempo queda atrapada en el relato.
Sobre estas cuestiones, trascendentales o efímeras, pero que son el elenco de nuestros símbolos y sueños, construye Mino un juego de espejos múltiple y laberíntico. El mismo nos refleja y nos recuerda momentos decisivos de nuestra cultura errática. Luces y sombras se acumulan representándonos como fuimos, como somos.
Porque amamos el lugar donde habitamos, conocerlo – reconocerlo – es la manera más apropiada para construirlo semejante a nuestros anhelos e ideales.
Vuelvo a la afirmación inicial: «Para amar algo primero debemos conocerlo»; esta verdad, históricamente reiterada y comprobada nos recuerda a los habitantes de un lugar, ciudad o región que dicho espacio – cualquiera que sea su origen, historia o condición geográfica, se encuentra determinado por condiciones «existenciales», de vida. Que en él se entrecruzan coordenadas de espacio – tiempo y es en esta intersección donde tal lugar adquiere su carácter e identidad. Esta forma de expresarse, de mostrarse como hecho particular e irrepetible no es inmutable: el eje del tiempo, inexorable, determina y decide las transformaciones lentas o aceleradas que alteran – de manera dinámica – la fisonomía del lugar.
Esta aceleración de los tiempos y la mutación de los espacios se acrecienta en el actual proceso de mundo – globo, de globalización, que atraviesa culturas y regiones y tiende a generar una uniforme red que se distribuye con formatos telemáticos y estimula la presencia de los nuevos emergentes del elenco del mercado: shoppings – centers, megasalas, macroespacios del consumo, comida rápida, cámaras gigantes y anónimas esperas en aeropuertos, bancos o salas de velorio.
En los finales del siglo pereciera que el modelo expansivo del mercado no tiene límites y que el futuro que nos aguarda será una compacta imagen difundida en pantalla simultánea y homogénea, pero eso sí, con efecto «sensaround»; que  habitaremos ciudades reducidas a interconexiones entre lugares privados, cerrados cotos de restringidas circulaciones y discretas vigilancias; que diferentes a los «lugares» se acumulan los «no lugares», sitios desangelados de tránsito fugaz y de intercambio humano nulo.
Estas imágenes, que habitaron las páginas de Orwell y Huxley en «1984» y «Un mundo feliz» o la película «Brazil», por fortuna no son parte de nuestra vida cotidiana. Son utópicos o mejor dicho antiutópicos, si consideramos la utopía, el u-topo, como el no-lugar deseado, anhelado, hacia el cual queremos dirigirnos y su contracara, la antiutopía el lugar amenazante, que nos inquieta y hacia el cual no queremos encaminar nuestros futuros pasos.
En consecuencia se trata de «conocer para amar», concepto con el cual comenzaba estas líneas dirigidas a un amigo, a Luis Mino. Santa Fe debe ponderar y acompañar esta gesta noble y consecuente, este trabajo que no claudica en la búsqueda de las historias grandes y pequeñas de santafesinos que social o individualmente fueron acopiando ladrillos e ideales hasta amasar la «gigantesca construcción colectiva» que es una ciudad.
La minuciosa recopilación de Mino, hurgando entre anécdotas, fotos amarillas o pedazos de piezas dispersas en el olvido, habla de ese espíritu de recuperar identidades, de ajustar los eslabones sueltos de largas cadenas que nos vinculan con el pasado y los recuerdos. El desfile es incesante, el colorido y la vividez de las imágenes, emociona. Esta sensación se acrecienta porque todos sabemos que lo que Luis enlaza son las historias que sentimos propias. En cada foto están los abuelos extranjeros: él la mirada torva y los mostachos; en los ojos celestes de la abuela (en la foto todavía niña – abuela) la esperanza de otros mares y otros cielos, de encontrar en este suelo la aventura de la vida.
En la calesita que propone Luis Mino danzan los lugares de la ciudad que se construía «con lugares»: el viejo puerto con barcos, los diligentes trenes que atravesaban vías que sugerían progreso, frenéticos hombrecitos con múltiples palas construyendo «esa mañana que es el hoy», personitas de blanco reluciente ante el maestro venerado, repitiendo el histórico y noble gesto de la educación para todos.
La cultura que crecía en sus cunas de Teatro y Universidad, las plazas, avenidas y lugares públicos para ser usados, para ser vividos. Costanera, Puente Colgante, Parque Oroño, Garay y del Sur, Colón y Unión, Candioti, «el tiburón del Quillá» abriendo un surco al Paraná.
El caleidoscopio no termina su giro, como escenario la ciudad que crece y se multiplica en barrios y suburbios; como actores las mujeres y hombres de mirada firme y segura a lo que viene, como partitura la confianza que brinda la educación y la cultura, como fondo el trabajo, como obra: LA CIUDAD PARA TODOS.
Esa ciudad que escudriña Mino, devolviéndonos aromas y vivencias, ligeros climas que provienen de fragmentos y rincones, lo digo sin nostalgias, sin retóricas de mejores tiempos pasados, hoy es también (más que utópica) imposible. No retornará la Santa Fe bucólica de las lentas tardes, la inocencia se ha perdido.
Toda la potencia del mensaje de Mino se concentra en otro plano: «… para conocernos…» tiene su valor en la propuesta ética, a todas luces se proyecta hacia «otra Santa Fe», la del siglo que viene, que – seguramente y así lo deseamos – deberá generar un proyecto de ciudad progresista, como aquella que fue y Mino recrea y nos espeja. Lugar de la educación y el desarrollo de la ciencia y de la técnica, policultural y, por su condición portuaria, abierta francamente a las diversas formas del pensamiento y las ideas. Renovada constantemente, confiada en su capacidad de impactar positivamente sobre su región.
Ese proyecto posible que debe surgir de canteras propias, sin repetir imágenes atomizadas en un mundo tecnomercantilizado, sino al contrario afianzar costumbres, anhelos e ideales que son propios, no descarta – no debe ni puede hacerlo – el rico acervo que acopió nuestra historia, lo que brindó un clima particular de ciudad. Tampoco puede – no debe – descartar en su cruce de coordenadas de lugar – tiempo, los desafíos del momento, los imperativos de época. Armonizar las dos tensiones significa impulsar, hacia el siglo que está por comenzar, una responsable actitud ciudadana.
En este criterio – creo interpretarlo – trabaja desde hace años Luis Mino. Creo también que muchos anónimos santafesinos se  conmueven por su obra, por sentirse comprendidos y contenidos en su mensaje.
Por último quiero relatar la historia de una placa. Es esta una particular impresión que quiero dejar como testimonio de afecto y reconocimiento: la posmodernidad social y cultural impulsa la disolución de los lazos solidarios, la fragmentación de los tejidos sociales. En las lógicas emergentes del mercado las cosas públicas (los espacios urbanos, la educación, la universidad pública) retroceden por el modelo que tiene afiatados intérpretes en la vida nacional. El acoso incesante de la Universidad pública no se reduce únicamente a los sucesivos ahogos presupuestarios, sino que se concentra en el cúmulo de restricciones y carencia de estímulos al sistema por una obcecada aplicación del modelo vigente. Obvio es que las universidades resisten con solvencia este embate por la construcción de una densa trama que ha consolidado un modelo educativo sustentado en lo social. Porque es una vieja emergente de aquel mensaje de educación pública que, un siglo después mantiene su vigencia. Ha sabido aprovechar y potenciar los referidos ejes de tiempo – lugar; respetuosa de su historia se ha «aggiornado» atendiendo los retos del momento.
Encuentra esta universidad del fin de siglo una conmovedora actitud de comprensión, de contención y solidaridad en gente de la región. Son numerosas las actitudes de apoyo y de confianza que hoy jalonan un seguro rumbo de cara al futuro.
Quiero ponderar el gesto de un santafesino, de Luis Mino, que en su inquieto deambular por los rincones olvidados de la ciudad, buscando perdidos eslabones, no se detuvo ante el óxido ni la desprotección y con puño seguro frotó la vieja placa de bronce.
Mágicamente los caracteres tipográficos revelaban desde perdidas décadas que el origen del actual edificio sede de la universidad, la placa de la piedra fundacional, retornaba hacia el presente.
El santafesino que confía en el «conocer para amar» de inmediato comunicó el hallazgo de la placa, que hoy luce en el plaquetario de la explanada de la universidad y que con orgullo exhibimos.
De eso se trata la gran tarea de Luis Mino, de encontrar en las pequeñas claves de nuestra historia, en las cuestiones cotidianas, en el sigiloso enhebrar de perfumes y canciones añosos, en descubrir, con el asombro del niño, los detalles secretos que se acumulan en los siglos.
En el mejor de los deseos que otros Luis Mino, dentro de 100 años, cuando Santa Fe cierre otro siglo se atrevan con la misma actitud inquieta, a dilucidar las huellas del hombre en su ciudad, y que encuentren – este es un deseo fervoroso – ricos testimonios de un siglo pleno de crecimiento de la gente y la cultura, de progreso en una ciudad que se impulsó a la sombra de principios de solidaridad y armonía y a la luz de renovados proyectos sociales.

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Hugo Guillermo Storero
Arquitecto Rector de la U.N.L

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17 de Octubre de 1996. En coincidencia con un nuevo aniversario de la U.N.L., el Arq. Hugo Storero (a la derecha) descubre sobre la explanada de dicha casa de estudios, junto al autor de este libro y el Sr. Rosendo Sokolovsky por Arq. de la Nación, la placa que se ubicó el 23 de Octubre de 1926, en el comienzo de las obras que concluyeran aproximadamente en 1930. Esta placa fue encontrada en los galpones de una dependencia de Arquitectura de la Nación en Santa Fe e inmediatamente devuelta a la Universidad por medio de “Para Conocernos”.

CURRICULUM VITAE

Apellido y Nombres: STORERO, Hugo Guillermo
Edad: 50 años
Fecha de Nacimiento: 25 de Junio de 1948
Lugar de Nacimiento: San Guillermo, Provincia de Santa Fe.

ESTUDIOS SECUNDARIOS

Técnico Constructor Nacional de la Escuela Industrial Superior Anexa a la Facultad de Ingeniería Química – U.N.L. Años 1961 – 1967.
ESTUDIOS UNIVERSITARIOS
Arquitecto – Universidad Católica de Santa Fe: Años: 1968 – 1973
Promedio General: 4,82 (máxima calificación: 5,00).
POSGRADO
Cursos de Especialización en temas disciplinarios.

TAREAS PROFESIONALES

En relación de Dependencia:
Años 1970 – 1971: DIPCES – Proyectista del Departamento de Estudios y Proyectos. Dirección Provincial de Vivienda y Urbanismo.
Años 1974 – 1989: (Licencia por cargo electivo). Salvo el año 1977, diversos cargos (Proyectista Coordinador Plan F.O.N.A.V.I., Jefe Departamento de Estudios y Proyectos). Se realizaron numerosos proyectos de vivienda de interés social, en centros urbanos y rurales.
Año 1977: Secretario Técnico Teatro Municipal Santa Fe.

En estudio profesional:
-Socio fundador de Estudio 8 – Arquitectura. Año 1968 a la fecha.
-Numerosos Proyectos y conducciones de viviendas individuales y colectivas, comercios, salud, bancos, educación, auditorios, cinematógrafos, centros cívicos, plazas y espacios de recreación, turismo, hotelería y deportes en diversos puntos del país, prioritariamente de la Provincia de Santa Fe. También se realizaron tareas en Córdoba, Neuquén, Entre Ríos  y Buenos Aires.
-Premios en concursos regionales, provinciales y mención en concurso nacional.
-Planes reguladores y proyectos urbanísticos.
-Jurado de Concursos regionales, provinciales y nacionales.

Docencia universitaria:
Años 1969 – 1973: Auxiliar de Cátedra Arquitectura y Sistemas de representación.
Años 1974 – (marzo) 1976: Titular Taller de Arquitectura integrada – Univ. Católica de Santa Fe.
Años 1985 – 1989: Titular interno Taller Arquitectura II – Facultad de Arquitectura y Urbanismo – Universidad Nacional del Litoral.
Año 1989 a la fecha: Titular por Concurso Taller de Arquitectura II – Facultad de Arquitectura y Urbanismo – Universidad Nacional del Litoral.

OTROS ROLES UNIVERSITARIOS:

Años 1986 – 1988: Director Nivel Medio de la Facultad de Arquitectura y Urbanismo de la Universidad Nacional del Litoral.
Años 1989 – 1993: Decano electo de la Facultad de Arquitectura y Urbanismo de la Universidad Nacional del Litoral.
Años 1993: Decano reelecto de la Facultad de Arquitectura y Urbanismo de la Universidad  Nacional del Litoral.
Consejero Superior del Honorable Consejo Superior de la Universidad Nacional del Litoral.
Año 1994: Rector electo de la Universidad Nacional del Litoral, en funciones hasta 1997.
Octubre de 1994: Presidente del Consejo Interuniversitario Nacional.
Jurado en concursos Docentes Nacionales e Internacionales.
Presidente del Consejo de Rectores Nacionales (C.I.N.) 10/94, 04/95
Año 1998: Rector reelecto de la Universidad Nacional del Litoral hasta el año 2002.